La central KivuWatt en el lago Kivu de Ruanda extrae metano para proporcionar energía a un país con escasez energética.
Profundo bajo las aguas del lago Kivu, en el Valle del Rift de África, hay suficiente gas para abastecer a Ruanda y sus alrededores durante los próximos 50 años — o para envenenar a las dos millones de personas que viven a lo largo de sus orillas. “Manantiales profundos llevan agua rica en CO2 desde los volcanes hasta el fondo del lago, donde las bacterias convierten parte de ella en metano,” explica Jarmo Gummerus, gerente nacional de Ruanda en la empresa energética estadounidense ContourGlobal. “En lagos normales, este gas se dispersaría lentamente en la atmósfera; Kivu es tan profundo que todo el gas queda atrapado bajo presión en el fondo.”
La central KivuWatt de ContourGlobal, inaugurada en mayo, ahora extrae y quema este metano para proveer 25 MW de energía a un Ruanda con escasez energética. La empresa está trabajando para ampliar las operaciones hasta 100 MW — más de la mitad de la capacidad energética actual de toda la red nacional del país.
Almacenada de manera segura bajo el agua, la reserva de metano del lago Kivu representa la mejor esperanza de Ruanda para un futuro con seguridad energética. Sin embargo, si el equilibrio de presión del lago se desestabiliza, podría convertirse en el mayor desastre natural del país. Durante los próximos cientos de años, las reservas de gas en Kivu continuarán acumulándose, hasta que se alcance un punto crítico y se liberen millones de toneladas de CO2 asfixiante.
Eventos desestabilizadores como actividad volcánica o terremotos podrían provocar una erupción mucho antes. En 1986, en el lago Nyos de Camerún — uno de los dos únicos lagos que comparten la inusual geografía química de Kivu — un deslizamiento de tierra provocó una erupción que asfixió a 1,700 personas en un radio de 25 km. Kivu es 2,000 veces mayor en tamaño.
Dado el alcance del peligro, parece buena idea no interferir con el equilibrio gas-agua de Kivu. Pero, dice Gummerus, la inacción podría ser aún más riesgosa. “Volvemos a bombear el líquido desgasificado hasta 240 metros para asegurar que las dos capas no se alteren,” explica. “Pero si no se hace nada, la presión del gas eventualmente superará la presión del agua. Al reducir la concentración de gas, en realidad estamos haciendo que el lago sea más seguro.”